19 diciembre 2008

Una última oportunidad


"No, esta vez no estoy dispuesto", me dije.

Fuera, en la oscuridad de la calle, se oían los pasos del silencio.

Cogí mis llaves y conduje hacia mi incierto destino. Mientras, en la radio no paraban de sonar canciones que, con cierta burla, me recordaban que ésta era mi última oportunidad de conseguir algo.

Tras un par de horas conduciendo, conseguí situarme dentro del mapa de mis sentimientos y me atreví a dar ese paso más.

[Toc, toc]

Silencio. No me conformo y vuelvo a llamar.

[Toc, toc, toc...]


No hay nadie.

Todas mis esperanzas caen derrumbadas a la altura de la alfombra de bienvenida que había en la entrada.

Con la cabeza agachada, vuelvo hacia la línea que marcaron mis pasos al llegar, pero una voz me detuvo:

'Espera, no te vayas todavía...'

De espaldas aún, levanté la mirada hacia el frente esperando oir algo más.

'Necesito contarte algo...y no sé cómo empezar. Es sobre Carlos.'

No quise escuchar nada más. Me giré, di dos pasos y, con la timidez de un niño y la valentía de una última vez, la besé como nunca antes me atreví a hacerlo.

Tras el beso, me fui sabiendo que no la volvería a ver.

Ella me importaba, más de lo que jamás podrá imaginar, pero abandoné antes de hundirme, pues la batalla de su corazón era una utopía.

Diario personal.
Fecha: Otoño 2008

16 diciembre 2008

De los milagros que esconde la esperanza



Hola cariño,

Primero de todo, quería pedirte perdón por haberte mentido, como ya sabrás, el avión no salía a las nueve de la noche sino de la mañana. Nunca me gustaron las despedidas, y pensarás que es injusto, pero no pienso volver. Ya habrás leído la nota que te dejé en el living.

Olvidaste la cartera, es gracioso porque pasaron quince minutos después de que te marcharas, coloqué la hoja y me fui, y durante ese período de tiempo no te acordaste de volver a por ella. Calculé que estarías en la oficina. Tuve que bajar las maletas las dos plantas porque algún vecino me quitó el ascensor y no quise esperarme, quise desaparecer cuanto antes de allí.

Espero, por Dios, que llegue el día en que me perdones, aunque sé que no me libraré de tu odio eterno, que me prometiste en caso de huir como lo estoy haciendo ahora. Pero lo siento, no voy a condenarte también a ti por esto, iré a la clínica del Dr. Weber tal y como me recomendaron, pero me conoces y sabes que no creo en los milagros, así que no conservo muchas esperanzas. Y es por eso, por lo que me voy.

El avión desciende y con él mis ganas de volver caen en picado, no puedo decirte en un párrafo todas las cosas indescriptibles por las que sería capaz de tomar el control del avión a la fuerza y dar la vuelta para poder darte siquiera un último beso.

Ha sido poquísimo el tiempo que hemos compartido juntos, y tengo que decir que han sido los mejores meses de mi vida. Duelen mucho las cosas que tiene la vida, duelen infinito, pero estoy seguro de que tú serás capaz de encontrar a alguien a quien amar toda la vida y yo pasaré a estar en tu memoria, como uno de los recuerdos felices y egoístas que se volaron una mañana como se escapan los folios por la ventana cuando entra una racha de aire impetuoso.

El vuelo ha ido genial, he llegado bien y sólo me queda recoger las maletas. Estoy sentado frente a la cinta transportadora y a mi lado, dando saltos con una consola de bolsillo en la mano, hay un niño vestido con ropa cara, como bromeaste vestir un día a nuestros hijos, si los teníamos, tan “pijitos” como su padre, además, da la casualidad de que este niño tiene los mismos ojos que tú, unos ojos del color del mar, como yo digo.


(Ya tengo conexión Wifi, menos mal)


Te quiero


“Enviar”


“El E-mail ha sido enviado correctamente”


Cierro el portátil y me levanto con los ojos empapados en lágrimas. “Tengo tantas cosas que decirle”, pienso mientras cierro los ojos y suspiro. Han sido muchos los momentos y muy intensos los que he pasado con ella, y han sido tantas y tan fuertes sus promesas, tan alentadoras, tan esperanzadoras, más de lo que un tipo como yo está acostumbrado a escuchar que van a hacer por él, y más de lo que mi alma rota, desalentada y desesperanzada puede soportar. En serio lamento que pueda pensar que no confié en ella, y en su Palabra, pero no es justo y sé que nunca va a entender que hago todo esto porque siempre quise lo mejor para ella, lo más fácil. Soy un cobarde.


Apenas cinco minutos después, una vibración en el bolsillo que no me sorprendió del todo:


- Un mensaje de texto recibido Hoy a las 17:34. Es de ahora mismo.


Leo en voz alta


“Eres un cabrón, y te odio…”


Paro de leer un segundo, aunque sigo mirando el móvil, alguien se ha parado delante de mi. Esos zapatos, esa falda, esa blusa, es ella. ¿? Me sonríe. Termino de leer el sms


“… pero no pienso romper mi Palabra: estaré contigo siempre, pase lo que pase. Te dije que no te podrías escapar tan fácilmente de mi.”


-¿Cómo lo has…?


-…


- Volviste a por la… La del ascensor eras… ¡madre mía…! Pero, ¿cómo has llegado hasta aquí?


-...


(Risitas)

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05 diciembre 2008

Piezas de un corazón roto


A ti, que volviste a morder de la manzana...

A ti, que pensaste que un te quiero duraría para siempre.

A él, que piensa que sus palabras pueden olvidarse como palabras escritas en la arena.

A ella, que aún cree en los cuentos de hadas.

A ti, nuevamente, por saber que te hará daño, pero volver a intentarlo...para mojar con tus lágrimas un mismo final.

A tus amigos, que aún sabiendo que te hace daño, dejan que tú abras los ojos, ya que los oídos los tienes "taponados".

A aquel extraño que, intrigado por tus lágrimas, no sabe si consolarte o declararte amor en plena guerra.

A él, porque sabiendo lo que querías, jugó tu futuro a los dados de la incertidumbre.

A aquella estrella lejana, que para ti brilla más de lo que realmente es.


[Para la chica que encontró su oasis en el desierto, pero que no supo reconducir su corazón].

02 diciembre 2008

Alba




Como una musaraña a la que nadie quiere mirar, se esconde en una esquina de la cama, tapado hasta las orejas, llora. Y su mujer, haciendo la comida, tararea "me toca a mi eso de sentirme bien" y ríe sin ganas, con la cabeza en alguna parte, mientras el arroz que prepara se pega en el fondo de la olla. Hasta las tres no llegan los niños.

En la esquina del patio, en clase de educación física, un chico alto y delgado de unos 15 años experimenta en sus labios el milagro del primer beso, a pocos metros, otro chaval de 15 también, observa aplastado cómo besa la chica de la que está enamorado a ese chico alto, que no es otro que su mejor amigo. Por un momento, se ve tentado de chivar al profesor de gimnasia que hay dos prófugos escapándose de la clase y los ejercicios, pero no lo hace, hoy es un año mayor y más maduro, "¡menudo cumpleaños...!". La campana que indica el final de las clases no rompe la escena romántica aunque interrumple su pensamiento de tragedia.

-¡Ups, tengo que recoger a la enana!

Alba, con sus 9 añitos y una maleta llena de libretas a los hombros, ve a su hermano esperándola a la salida del colegio en el mismo sitio de siempre, junto al viejo árbol. Corre hasta él y le abraza

"¡Feliz Cumpleaños!"

dice con una sonrisa más amplia que dos estadios de fútbol y le da una tarjeta que ella misma había preparado con lápices de cera y unos recortes de cartulinas, pero él no deja de pensar en esa niña y ese niño juntos, besándose, sin importarles nada, ni a ella la carta de amor que leyó ayer, ni a él que el que está jodido es su amigo.

De repente, una mujer grita en la calle, varios encapuchados le han arrancado a su hija y se la llevan en un coche de color negro a toda velocidad, tal y como había sucedido ayer a varias manzanas en otro colegio de la zona, según informaba El Diario. Por suerte, un coche patrulla que circulaba por alli, buscando dos camellos que se dedicaban a "vender" a la salida del Centro, pedía refuerzos mientras iniciaba la persecución.

Cunde el pánico en las masas y Alba, agarrada muy muy fuerte a la mano de su hermano, corre hasta casa. Cuando llegan

-El arroz ya está listo, niños, soltad las maletas y sentaos.

En la mesa, un delicioso arroz caldoso con pescado y marisco, aún nerviosos, se sientan. En la nevera hay una tarta de chocolate.

-¿Y papá? -¿No ha llegado aún papi, mami?

Preguntan los críos.

- Está en la cama, ahora sale.

Los dos se miran extrañados y Alba pregunta

- ¿No ha ido a trabajar hoy?

El chico de los granos en la cara le responde a su hermana

- Debe ser por eso de la crisis.

Como si supiera...





[Para ti, que te me vas y seguramente no leas esto nunca, por la inspiración]



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