26 julio 2010

Rompiendo las reglas [4]


Amanece nublado y con aires de lluvia.

Carmen se levanta y desayuna en la terraza de su habitación.
Una preciosa vista de toda la ciudad le daba los buenos días y una brisa ligeramente templada hacía del día, pese a las nubes, una mañana agradable.

Cuando terminó, se dio una ducha y se arregló. Tenía una "cita a ciegas" en unos minutos.

- ¡Buenos días señorita! - saludaba Antonio con una amplia sonrisa.

- Más que buenos... intrigantes diría yo.

- ¿Por qué intrigantes, Srta. Keller?

- Ya... ya te contaré luego. ¿A qué hora terminas de trabajar? Me gustaría poder tomar algo esta noche.

- Pues a eso de las 11 de la noche - respondió sorprendido por la invitación.

- Entonces nos veremos luego...

La plaza donde tenía lugar la cita estaba a menos de 5 minutos desde el hotel, así que aprovechó mientras iba de camino para echarle un vistazo a las tiendas de la zona: Cartier, Gucci, Bang&Olufsen...

También vio una tienda que le sacó una pequeña sonrisa, la tienda donde iba con su madre todas las semanas simplemente a mirar qué habían traído nuevo: la 'Disney Store'. Restándole importancia a aquel encuentro, se adentró y echó un vistazo a la tienda. No era la de su ciudad, pero parecía la misma.
Peluches de los cuentos infantiles que ha visto cientos de veces, juguetes, toallas y, sobre todo, su pequeña afición desde que era una niña: las tazas.
Quería comprar una, pero decidió comprarla a la vuelta, no sabía qué o quién le estaba esperando en aquella plaza.

Al salir, prosiguió su camino hacia la plaza. Cuando llegó al lugar, apenas había un par de mesas ocupadas, así que se sentó en una mesa a esperar.

Pasaban los minutos y nadie llegaba. Pidió un Cosmopolitan para acortar la espera.
10 minutos más tarde se acercó a la mesa una chica joven, con vaqueros y una camisa blanca de manga corta. Falsa alarma, solo quería saber qué hora era.

Carmen se cansó de esperar, así que pidió la cuenta, pagó y se fue.

Esta vez quiso volver al hotel por un camino diferente, por una zona menos lujosa. Por las calles, anuncios de conciertos pegados por las paredes [María Villalón, Meridiana53, DJ Krayz...], tiendas llenas de gente joven y callejuelas donde era fácil perderse. Aquello parecía ser el barrio universitario o algo así. Ciertamente, le recordaba al barrio Latino, donde estuvo viviendo unos meses con su padre cuando era niña.

Al pasar junto a uno de los callejones, un tirón hacia atrás cogida por su espalda la pilló por sorpresa y casi la tira al suelo.
A simple vista, una mujer de unos veintilargos, de pelo castaño y mechas pelirrojas, con media melena, falda lápiz y unos zapatos de punta abierta y tacón alto.
Segundos después, tras un incómodo silencio en el que Carmen trataba de reconocer a aquella chica, cayó en la cuenta de quién era.

Cristina Godoy.

- Siento el retraso Carmen. Iba a llegar, pero se me olvidó que tenía que ir a recoger un par de cosas. ¿Sabes quién soy?

- ¡Cómo olvidarte Cristina! Sabes que esos ojos los reconocería en cualquier parte del mundo... ¿Qué ha sido de tu vida? ¿Y por qué me estabas buscando?

- Vamos a buscar algún sitio más tranquilo para hablar. Tengo muchas cosas que contarte...

- ¿Qué te parece si vamos a mi hotel? Estoy en la suite del último piso y la vista desde allí es asombrosa, puedes ver toda la ciudad.

- Vale, perfecto, vamos allí entonces.

Por el camino, Carmen y Cristina fueron recordando aquellos años de juergas estudiantiles y ligues famosos de una sola noche. Llevaban sin verse más de cinco años, pero no tardaron en saber los últimos pasos dentro de sus ajetreadas vidas.

Llegaron al hotel, saludaron a Antonio y subieron al ascensor. Última planta. Piso 16.

Salieron del ascensor y vieron algo en la puerta de la habitación, aunque estaban lejos como para saber qué era.
Anduvieron el largo pasillo que hay hasta llegar a la puerta y, una vez junto a la puerta, sobresaltadas por aquello, se miraron entre ellas.

Había un cuchillo clavado en la puerta. Sostenía una cineraria morada y un mensaje:

'Cuidado por dónde vas. La próxima, no tendrás tanta suerte'.

Felicidades princesita.
Gracias por ser tú, por alegrarme cada mañana.

14 julio 2010

Rompiendo las reglas [3]


Conforme pasan los minutos, la tensión va en aumento.


No llegaba a convertirse en una persecución a toda velocidad, como las que aparecen en las películas, pero era persistente, siempre pegados el uno al otro.

Tras varios intentos de fuga y más de una hora tratando de despistarlo de alguna manera sin encontrar la forma, un amplio grupo de niños que iban de excursión facilitó la huida.


- ¡Putos mocosos! ¡Venga rápido, joder!


Mientras aquel desconocido con el maletín se impacientaba por segundos, el taxi de Carmen se perdía entre las estrechas calles de aquella nueva ciudad...

Una vez más calmado el ambiente, llegaron a su destino.


- Señorita, bienvenida al Four Seasons. ¿Me permite su equipaje? - pronunciaba el botones del hotel tras abrirle la puerta del taxi


- Muchas gracias... - respondió mientras trataba de leer su nombre.


- Antonio, señorita, aunque usted puede llamarme Antonio - bromeó el botones y los dos se rieron.


Carmen era una chica curiosa y le gustaba conocer a las personas, sus nombres, sus anécdotas, sus vidas...

De hecho, antes de llegar a recepción, estuvo charlando un rato con aquel chico.

Pese a esta curiosidad innata, a ella siempre le gustaba escuchar en las conversaciones, no era una mujer muy habladora.


- Bienvenida al Four Seasons señorita. ¿En qué puedo ayudarla?


- Buenas. Quisiera una suite. Es para una estancia temporal, así que no sé exactamente cuántos días estaré.


- No se preocupe. Será atendida perfectamente durante el tiempo que se hospede en nuestro hotel. ¿Me permite alguna identificación?


- Sí claro, un segundo - contesta mientras trata de encontrar su pasaporte en el bolso.


- Carmen Keller. ¿Viene usted desde España?


- Sí, ¿por qué?


- Me han dejado hace unos minutos una carta para usted. Tómela.


Carmen coge el sobre y lo guarda en la maleta. Ya lo abrirá cuando suba a su habitación.


- Habitación 1631. Último piso. Que tenga una buena estancia, señorita Keller.


Toma el ascensor y sube a su habitación. Abre la puerta y se encuentra con una habitación rodeada de lujos: un piano, una chimenea, una pequeña biblioteca...


- Casi como en casa - pensó para sí.


Una vez acomodada y con la maleta guardada, se dispuso a abrir el sobre que le entregaron abajo en recepción. No tenía remitente ni nada que pudiera identificar al que la envió. La carta decía lo siguiente:


"Nos vemos mañana a las 12 en la cafetería que hay junto a la plaza. No faltes. Es importante".


Pensativa y dándole vueltas a la cabeza, Carmen trató de conciliar algo de sueño, puesto que el día había sido demasiado largo y aún le quedaban muchos días por delante...


Gracias. A todos. Me sentí especial por un día.

05 julio 2010

Antes de ti




"...Para contarte
que quisiera ser un perro y oliscarte,
vivir como animal, que no se altera,
tumbado al sol, lamiéndose la breva.
Sin la necesidad de preguntarse
si vengativos dioses nos condenarán.
Si 'por Tutatis',
el cielo sobre nuestras cabezas caerá..."




Es muy difícil encontrar alguien con quien dormir cuando uno está solo, sobre todo cuando odia estar solo, pero más difícil es para aquel que lo que odia realmente es estar con alguien, para una persona así encontrar a una compañera con quien dormir, o querer dormir, es algo extravagante, atrevido, inesperado, rojo, frío y caliente, un poco de invierno y un poco de verano, es algo bonito, más o menos.


A mi corazón lo tenía antes al pobre en un horno, envuelto en papel de plata. Era una locura tratarlo como yo lo hacía y encerrarlo donde estaba. "Algún día de estos se me va a escapar", eso pensaba, y ahora, mira por donde, me entero que cuando vas por la calle se te van cayendo trocitos de mi, mientras te lo vas comiendo; y yo a menudo vacío el cajón, pero no hay cajas donde guardar cartas o besos, ni cartas sueltas ni besos sin cajas, no hay nada tuyo entre mis cosas, aún.


Ahora voy a pedir un deseo, para que por pedir no quede, pediré que duermas esta noche conmigo, pero tú eh. Vamos a dormir juntos, pecho con pecho, muy pegados; frente con frente, más pegados; labios con labios, tan pegados... Que cuando tu sueño y el mío, a ritmo del 'tun tun' se coordinen, sean el mismo sueño y cuando nuestros ojos, súper pegados, se abran (y no sé cómo), distingamos en la oscuridad los mismos colores y digamos las mismas palabras, sin decir nada.


Bueno, supongo que o se hace realidad y me quedan dos deseos más, o tú no eres "genial" y me voy a mi cama a seguir soñando solo, soñaré que seguimos hablando, en nuestros mundos de realidad y sueño, con un pie en cada uno. Imaginaré que me dices tu nombre sin oírlo y te pediré por favor que hables, que hables como siempre, sin parar.



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