10 noviembre 2011

Decepciones



Tengo 23 años. Tengo la diplomatura de Magisterio infantil terminada y llevo 3 equipos de baloncesto que me dan la vida.

He tenido la suerte de vivir sin problemas todos estos años. No tengo problemas físicos ni psíquicos, no tengo problemas de dinero (puedo permitirme algún capricho de vez en cuando), y puedo hacer las cosas que me gustan, entre ellas, la fotografía.

Pero toda persona tiene un punto flaco. Algo en lo que falla y nunca sabe arreglar.

El mío son las relaciones.

He tenido muchos "grupos de amigos" a lo largo de mi corta vida.

En Primaria, mis 'amigos' me echaron porque me iba en los recreos con gente de otra clase.

En Bachiller, los cuatro tontos que llevan un grupo consiguieron que medio Bachiller pasara de mí; y aún sigo sin entender el por qué. Afortunadamente, una compañera se dio cuenta rápido y me "acogió" con su grupo. Encajamos y el resto del curso fue viento en popa.

La facultad ha sido el mejor momento. Fui prácticamente el "relaciones públicas". Todo lo que hubiera que organizar, pasaba por mis manos.

Mucha, muchísima gente ha pasado por mi vida. Pero solamente ha habido una que me ha decepcionado de tal forma, que nunca conseguiré perdonar.

Yo.

He estado tantos años pasándolo mal que me he construído muros donde nadie puede pasar.

He hecho que algunos de los que eran mis mejores amigos, dejen de hablarme.

He conseguido encontrar la soledad aún estando rodeado de gente que quiere estar conmigo.

Y me duele. Y cada latido es un pinchazo más en un dolor que no acaba ni tiene fin.

Trato de dejarme la piel en cada persona sin saber, sin valorar la importancia que ellos me dan a mí. Pero es imposible... En el momento que ellos dan un paso atrás, construyo un muro y se acabó.

Extraño a Sergio, a Esteban, a Angulo. Dafne, Alicia, Natalia, Marta, Esther... son sonrisas en mis recuerdos, pero no sé de ellas desde hace meses.

Pero a la persona que recuerdo con más cariño y más me duele haberla tratado así ha sido a mi ángel de la guarda.

Me enseñó los trucos de la vida y me ayudó a pasar por momentos por los que nadie querría pasar.

Me defendía a mis espaldas en Bachiller y me enseñó que la vida no es solo ceder a las presiones, que uno debe ser uno mismo siempre.

Esa persona cumple hoy 23 años. Sé que es feliz. No lo sabe, pero intento informarme de cómo le van las cosas.

Su novia, Maria José, es un enlace directo que tengo con él. Y por ella sé que está bien.

Que viaja y aprueba. Que sigue con sus ilusiones y sus sueños. Que sonríe cuando la ve. Que su línea de meta a la felicidad está muy cerca.

Sé que es difícil no dudar cuando ya te he fallado una vez. Y no será fácil, pero quiero intentarlo.

Leerás esto, lo sé. Entro aquí a diario y esto ha sido lo mejor que tuve contigo. Y seguramente tú pensarás igual. Por eso tengo fe en que lo verás.

Ya no seré lo que fui para ti una vez, pero puedes contar conmigo...