"¿Cuántas veces con el semblante de la devoción y la apariencia de acciones piadosas engañamos al diablo mismo?" "¿Qué significa eso?" "Con sangre entra..."
Búscame donde aniden golondrinas, donde el Señor no juzgue malos o buenos, y cuando tu beso no sea de despedida, búscame con cuidao en una iglesia de tu pueblo.
A clavel huele tu mirada, a cementerio, ¡cómo pasa el tiempo, y para nada! Que en este día me ahoga mi lamento y este puto viento que me ha dejao este vacío...
Por el Cielo va caminando, en lo alto de una nube, mi poesía con tu vestido de silencio; y tu amor, repartido, que todo el mar no cubre, sobre un barco de papel izó mi lienzo.
Te has propuesto fastidiarme cuando más a gusto estaba, en tu recuerdo he de esperarme a la oportunidad que en esta vida me faltaba.
Y para no ser un absurdo, viviré a mi manera la vida, como un loco, en este mundo hasta que me la arranque esta pena.
“Esta es la historia de un sábado, de no importa qué mes…”
¿Te suena, verdad? Inevitablemente, la historia es un drama bastante triste… Bueno, triste y cruel e idiota e impredecible. Ella es también casi todas esas cosas, menos triste. Aunque no puedo empezar lo que no ha terminado, y por eso, esta vez, no os voy a contar la historia… Esta vez, tú vas a ser ella, y me vas a escuchar. Escuchas todo lo que te tengo que decir y te callas y te vas, porque eso es lo que necesito que hagas.
Te odio. Desde el fondo de mi corazón, te odio profundamente, y esto me pasa desde poco después de que me abandonaras. No puedo fingir que todo está bien porque te veo y tú no finges bien, y a mi no se me da muy bien mentir, y por eso me callo (aunque tampoco dices nada).
Tus ojos… una batalla perdida en la que el olvido sale tan mal parado como yo, y me preguntas si me duele, ¡y yo que no te puedo contestar si sí o si no! Y tus ojos no se cruzan con los míos, pues sí, sí que duele.
Me encantaría saber que te carcomes por dentro cuando estás en tu habitación y ningún abrazo puede calmar esa soledad, ni la almohada, y esa angustia de pensar que has perdido algo por subnormal... Por no confiar en mi. Si sufres, sabes bien que te lo mereces. Puede que no llegue nunca el día, hoy por ti y por mi, mañana por ti, o por mi.
Y no quiero compartir tumba contigo, ni sábanas, más que eso vale mi fe. No te voy a regalar una canción, ni mi amor; pero si estás también en este laberinto, te haré saber a gritos, arriesgándome, dónde vi por última vez al minotauro, para que sepas que yo también pienso en ti, hecho añicos.
Como si de una regresión se tratara, aquellas personas que pertenecían al pasado empezaban nuevamente a formar parte de mi presente o, quién sabe, si de mi futuro próximo.
Porque cuando las palabras salen a reluciry no buscan solamente el orgullo propio; la alegría de una amistad verdadera puede florecer donde antes solo existía olvido y desengaño.
Y no miento cuando digo que la vuelta de un ser querido, aunque inusual, produce una sensación de bienestar continua; un mariposeo diferente al amor, pero tan parecido...
Cuando tu pasado es tu mejor baza, es bueno dar pasos atrás para tomar carrerilla hacia un nuevo y mejor futuro.
Pasan los años y me siento igual que al principio, y empiezo a preguntarme... ¿Vivo para estar en sociedad?
No, no lo creo... Deseaba poder llegar a la universidad y vivir nuevas experiencias, conseguir metas que no pude conseguir en años anteriores, pero he vuelto a la línea de salida.
Gente desconocida se junta durante tres años en una misma clase, y el único que no sabe reconocer su sitio sigo siendo yo. Los ves a todos hacer planes, trabajos, hablar de sus cosas...pero sabes que no encajas en ninguno de esos grupos porque volviste a perder tu oportunidad.
Y seguiré perdiendo oportunidades, y seguiré viendo a la gente pasar a mi lado con una sonrisa pasajera mientras van hacia su destino, y les devolveré la sonrisa mientras ansío en mi interior poder tener la vida de cualquiera de ellos.
Pero este no es el final del camino, no soy igual que los demás, y aunque sé que no puedo vivir como un ermitaño, viviré siendo feliz con cosas que los demás ignoran: Mis sueños y mis ilusiones, un juego de "niños" alrededor de una pelota.
He encontrado tu rastro, ese hilo casi invisible que lo une todo a mi corazón.
Lo encontré en la sonrisa de aquella chica que robó parte de mis sueños, y en el brillo de los ojos de la azafata, y en las pequeñas orejas de la chica de tez pálida, y en la forma de posar de aquella morena de pelo largo...
Aún mantengo la esperanza de encontrar a aquella persona que consiga romper esta caja metálica para darle un nuevo suspiro a un alma sin sueños, sin ansias de volar...
Te quiero, así empieza y así tendría que acabar, como esta noche. Jugamos, deseosos nos tenemos y acariciamos, nos besamos y amamos e incluso alcanzamos el placer más inmortal e inimaginable, físico y mental. El deseo, la apariencia, el fondo, todo es perfecto... Pero, minutos más tarde... Irónica, sarcástica y de mal gusto me enredas como otras veces en el mal, así de pronto. Sólo lo parecía. Y a mi se me ocurre, después de algunos de tus ratos, susurrar tu nombre en lo profundo de lo oscuro, en el tridente donde guarda el diablo su odio, dispuesto. Pero tu nombre sólo trae a mis ojos luz y a mi boca el sonido de lágrimas de alegría que caen al suelo y suenan como pompas al estallar en el aire de un niño que juega en Agosto con el jabón. Y tú intentas decirme algo pero no puedes porque estoy al otro lado de la orilla del río y no puedo oirte, siquiera intuir tu figura a lo lejos. Ya es tarde, y pasa que no quiero escucharte. De un momento a otro habrá de amanecer.
Juego a las cartas mi felicidad, apostándolo a todo o nada.
Me juego una vida llena de vacíos, de personas que no existen, de ilusiones rotas y sueños por cumplir. Juego a perder, aunque nadie lo sepa.
Anhelo la época en la que solo tenía que aceptar mi vida, y la felicidad llegaba sola. El tiempo me ha demostrado que no sé elegir y, como venganza, perdí en mi juego y volví a ganar; llevándome como premio una burla del destino que, en vez de guiñarme un ojo, me mostraba otro camino.
Una bandera de barras y estrellas coloreaba el horizonte...
Vuelas buscando una felicidad que sabes imposible, vuelves a tu punto de partida cuando tienes miedo, y no te atreves a abrir tus alas buscando algo nuevo.
Una de esas veces quise tenderte mi mano, ayudarte, pero la rechazaste, volviendo al calor de un amor conocido.
Tus dudas te tienen en vilo con la vida, no sabes lo que quieres, pero sigues sin cambiar.
Espero que, algún día, quizá con el calor del sol o el frío del invierno dejes guardado tu nido de enigmas y salgas a volar...
Ella lo sabe. Reconoce los demonios… Quizá más gente pueda hacerlo también. Si es así, aún no estoy acabado. Una última oportunidad para intentar huir y otra para torcer las cosas. Necesito un patrón que reúna a todas las víctimas.
(- ¿Eso crees? Estoy segura de que piensas que no hay manera de alcanzar a entender todo aquello por lo que has pasado… que no podré posiblemente imaginar esa… necesidad. Como un millón de bocas iguales, todas susurrando, gimiendo, pidiendo, implorando; un sentimiento que nace y crece como una ola: “Esto es lo que eres…”. Y te encuentras cara a cara intentando batir la necesidad, que grita para ser alimentada: “¡Ahora!”… Esa es la voz, la única voz que te habla por dentro, y eres tú el único que oye esa dichosa voz. Y le perteneces. Eres parte de esa sombra de ti mismo que lucha por hallar la luz en esa oscuridad en que se reprime.
- Lo siento, pero tengo que irme. Gracias por los donuts. )
Esto es muy arriesgado. No puedo continuar con las reuniones. Debo concentrarme en lo verdaderamente importante. Si sigo aquí acabaré confesándolo todo. Ella tendrá que entenderlo.
- Te has perdido la peli de los niños. ( Sonríe, cansada)
Naci para ver caer la nieve sobre la hierba, a Billy Petersen en las Vegas, y a Camarón dejar la Isla desierta.
Volé hasta Italia, conduje hasta más allá de Francia, corrí de las mujeres hasta que me alcanzaron, mi mejor escondite fue la sombra de un manzano.
Vi arder mi bandera en manos de niños, a carritos abriendo paso a madres en pasos de cebra, y a niñas muy sueltas en sus primeras citas.
Viví el último día de los ‘90 la que sería mi supuesta última noche en la Tierra, y viví una época donde el Presidente nos robaba, y otra en la que nos conducía hasta la guerra.
Escuché que la gente seguía muriéndose de hambre, Oí a alguien pegar en la puerta de Bob Dylan hasta hacer caer las nuevas lágrimas del viejo Clapton.
Pasé de no masturbarme por miedo a quedarme ciego a desear no poder no cerrar los ojos de pura intensidad. Del amor, por no querer tener nada que ver, nunca he querido hablar.
Lloré cuando mis Héroes se callaron durante diez años, y hace catorce, “pongamos que hablo” de Antonio Flores, aún lloro en el sitio de mi recreo cuando me acuerdo del “chico de no-hace-tanto”.
Tenía un mes de Abril y me lo robaron, y aún tengo tanto, tanto, tanto miedo, que si algún día encuentro el valor para decírtelo… Mejor me callo porque no puedo.
Porque eres la única a la que puedo odiar y querer volver a ver al minuto siguiente. Porque tienes una belleza propia que me enamora. Porque a ti puedo contarte cosas que no contaría a nadie. Porque cuando te vas, me dejas una sensación de vacío en el corazón. Porque desearía poder pasar el resto de mis días jugando a encajar contigo. Porque me gustaría...
La monotonía se apodera de mis días y mi voluntad de cambio va mermando con el paso de las horas.
Mandé una carta pidiendo la liberación a mi condena, pero el perdón se lo concedieron a otro...
Añoro mis días felices desde mi cárcel de papel, pintado a conciencia para parecer un hogar.
Busco mi redención entre las páginas de periódico que anuncian cada día un mundo distinto donde todos se integran dentro de un sistema sin personalidad.
Hay momentos en que todo parece ir bien...pero al acabar el episodio, mi antena se apaga y todo vuelve a su lugar...
–Veamos, es usted el padre de Carlos, ¿verdad? –Erm… sí, esto… Bueno, es una historia difícil de explicar. Mi mujer y yo llevamos casados 24 años, pero una vez tuvimos un problema y… No quiero hablar de esto ahora, es un asunto muy delicado, y no me encuentro bien para hablar de ello. –¿Quiere decirme que no sabe si es usted su padre? –… –¿La relación entre usted y el niño ha sido de padre e hijo siempre? –Sí. –Tengo entendido que usted llegó a casa y encontró el cadáver de su hijo en el salón.¿Acababa de llegar? –Sí. –¿De dónde venía? –De trabajar. –Permítame, Señor Mendoza, usted es profesor, ¿no?, acaba las clases a las 14 horas. ¿Quiere decirme que tardo en llegar a casa 2 horas? Si bien, no estoy mal informado, el colegio está a dos manzanas de aquí. ¿Qué me dice del olor a alcohol y tabaco que desprende su ropa? –Está bien, ¡vengo de tomarme una copa con unos amigos! Siempre lo hago después de trabajar, ¡no hay quien aguante a esos niños! –Diego había perdido los nervios–. –De acuerdo, no voy a hacerle más preguntas, por ahora. ¿Le importa si paso a la habitación de Carlos para echar un vistazo? –Pase –dijo Diego con tono airado–.
El Subinspector, sin decir nada más, entró en el cuarto del muchacho y echó una ojeada. Encontró en la mesa su móvil, un libro, un cúter, un mechero y papel de liar. Buscando un poco más a fondo, encontró detrás de la mesa una navaja con restos de sangre seca. “¿Pero qué es esto?”. Entre el papel de la impresora del ordenador había unas llaves. “Parecen de una moto”. Y dentro del subwoofer de los altavoces había ‘chocolate’ envuelto en papel transparente, estaba abierto y bastante a la vista, como de haberse usado hacía poco tiempo. Pulido recogió todas las pruebas necesarias para continuar con la investigación. Lo que más le inquietaba era la muestra de sangre seca en la navaja que escondía aquel chico. ¿De quién era la sangre? ¿Era el arma del delito? ¿Estaba Carlos implicado en algún tipo de asesinato o agresión?
Un día después. 10 a.m.
(“Ring ring”, teléfono)
–¿Sí? –¿Subinspector Pulido? Le llamo desde el Laboratorio de Investigación de la Policía científica. Hemos estado analizando lo que trajo. –Voy de camino a la casa de la víctima. ¿Qué tienes? –Efectivamente, como era de esperar, lo que encontró era un derivado del THC, contiene restos de óxido, por lo que estamos seguros de que ha sido quemado recientemente. Es la misma sustancia que encontramos en la sangre de la víctima. –Hablando de sangre, ¿qué tienes acerca de la sangre de la navaja? –Ahí es donde quería llegar. Es algo muy curioso, la sangre no pertenece a la víctima. –Entonces no tenemos ninguna coincidencia, ni nada con qué compararlo. ¿Qué me iba a decir? –Veamos, la sangre tiene algo de especial. Hemos encontrado coincidencias genéticas con la sangre de la víctima. –¿Algún familiar? –Para ser más exactos, un hermano. –Pero eso es imposible, su hermano acaba de volver de Salamanca. –Se me ocurren varias hipótesis para este caso, pero yo sólo trabajo con pruebas de ADN, consígueme muestras de sangre de sus progenitores y de su hermano. –Esta tarde tendré la Orden encima de mi escritorio, y tú las muestras de sangre en el laboratorio.
Es duro darte cuenta de que la imagen que te ofrecen de ti y el trato que te dan son muy diferentes.
Más duro se hace cuando esto ocurre entre las personas de tu alrededor, de tu día a día.
Te despiertas cada mañana creyendo que tienes un grupo sólido de gente a la que consideras amigos, y al llegar la noche descubres que ese círculo de amigos existe...pero tú no estás en él.
Cuando ciertas cosas pasan y no es la primera vez...uno debe empezar a plantearse el cambiar de grupo, de sitio o incluso de ciudad.
En el horizonte se divisan algunas opciones de cambio, espero que mi decisión final sea la acertada.
Su nombre es Carlos. Tiene 15 años. Vive con sus padres aquí prácticamente desde que nació él. Su hermano trabaja en Salamanca, donde vive actualmente.
–Estoy tomando notas para el informe, Inspector.
–Bien hecho, Subinspector. Quiero todos los datos que puedas reunir acerca de su entorno, encárgate de su familia, yo hablaré con los vecinos uno por uno, alguien ha debido escuchar algo o saber algo. Asegúrese de analizar bien todo, cualquier cosa que resulte sospechosa, o pueda sernos de utilidad, por minúscula que sea, para resolver el caso. El forense ha dicho que el chico fue degollado y que murió casi al instante. No presenta signos de violencia así que tengo motivos para pensar que quien lo mató era algún conocido, incluso amigo de la víctima. Ah, quiero que mire bien en el cuarto del chico y recoja todo lo que encuentres para analizarlo.
–¿A qué se refiere, Inspector?
–El forense dice que en la sangre del chico había cannabis y algún otro derivado del THC.
–Entiendo.Con el debido respeto Señor, este no es el primer caso que tenemos relacionados con las drogas, y siempre hemos hecho lo mismo, a narcóticos.
–Este es nuestro caso Subinspector Pulido, que el chico consumiera drogas no demuestra de forma convincente, al menos por ahora, que eso esté relacionado con su asesinato.
–… Lo siento, empezaré de inmediato interrogando a su madre y después a su padre.
–Tenga usted tacto, la familia está muy conmocionada, he oído que su hermano viene camino de Salamanca, pero la última vez que estuvo aquí fue hace algo más de un mes, no sé si te podrá ser útil. Mucha suerte, Subinspector.
La madre del niño lloraba en casa de Francis, el mejor amigo de Carlos, cuyos padres eran buenos amigos de los de la víctima. Al salir el Inspector Prado, la madre salió despedida hacia él, llorando.
–¿Sabe ya quién ha sido, Prado? – Suplicando poder escuchar algo que le explicara por qué su pequeño había sido fríamente degollado, y por quién.
–Aún nada, Carmen, no se preocupe, aún queda mucho trabajo, colabore con el Subinspector Plaza, estoy al mando de la investigación y él es mi mejor hombre, puedo confiar en él y usted también.
–Gracias Inspector.
El Subinspector estaba muy extrañado, esperó a que la madre del niño se metiera otra vez en casa de la vecina para preguntar
–Inspector, ¿guardaba en el pasado o guarda actualmente algún tipo de relación con la familia de la víctima, o con la propia víctima?
–Subinspector, no voy a pasar este caso a narcóticos.
–No debería…
–Subinspector, la respuesta es No, no conozco a la familia y no se trata de un asunto personal, no meta las narices donde no le llaman y limítese a investigar el crimen, y no a mi.
En el portal había un fuerte olor a comida con muchas especies que llegaba desde la planta baja hasta el segundo piso de la señora Martínez. La comida venía de la casa de los colombianos, una familia muy huraña que constaba de dos adultos y sus dos hijos, los cuales no salían nunca a la calle para jugar con los demás niños, y eso que llevaban ya dos años viviendo allí.
(…)
Son las cuatro de la tarde, se oyen gritos del tercer piso. “¿Quién será?¿Qué ha pasado?”, se pregunta Martínez, que llevaba apenas cinco minutos durmiendo su siesta, y subió veloz en pijama un piso hasta el tercero. Rápidamente salen muchos vecinos para ver qué ha ocurrido. Es Diego. Acaba de llegar a casa y se ha encontrado el cadáver de su hijo en el salón, la sangre llega hasta la cocina. Cae al suelo temblando y entre todos los vecinos lo ayudan a mantenerse, otros llaman a la Policía, otros a la ambulancia.
En diez minutos, aparecieron juntas una ambulancia y dos coches de policía. En la planta había doce personas: la pareja de enfrente de la víctima, el mejor amigo de la víctima y sus padres –que viven puerta con puerta –, un muchacho de la planta baja que estaba subiendo en ascensor para darle clases particulares de matemáticas a la víctima, la señora Martínez y su hijo que acababa de llegar a su casa del trabajo, una pareja de vecinos que estaba en la escalera de entre el primero y el segundo, y dos vecinos más –también del tercero –.
La ambulancia ha llegado demasiado tarde, el niño ya estaba muerto cuando su padre llegó a casa. La policía empieza a investigar. El inspector Prado comienza a tomar notas en el salón, donde al parecer ha muerto el joven.
Como cada día, me levanto, una ducha y, para terminar de despertarme, un café bien cargado.
Enciendo la televisión para enterarme de las noticias de ayer y me da la sensación de estar siempre en el mismo día.
'20 muertos y 35 heridos en una guerra al norte de Gaza'
'12 inocentes fallecidos a causa de un atentado suicida en Bagdad'
'4 soldados, con diagnóstico muy grave, hospitalizados por la explosión de una bomba'
"Parece una guerra contra la humanidad" -, pienso mientras voy caminando hacia el coche.
Mientras trato de recordar cosas mejores, subo al coche y me pongo en marcha. Como de costumbre conecto el iPod y, como si de una señal se tratara, comienza a sonar 'Habra mejores días'.
Termina la canción y pongo la radio. El locutor resta importancia al resto de noticias, elevando dos de ellas a primer plano.
"Un joven de 25 años rescata de un incendio a una pareja de ancianos y a su nieto, de 4 meses de edad"
"Avalancha de voluntarios de medio oriente acuden a la llamada del gobierno palestino para ayudar a las familias afectadas por los atentados".
Apago la radio, no quiero escuchar más. Una lágrima empieza a recorrer mi mejilla.
Si hacemos un pequeño repaso a este último año [aunque ya sé que vosotros lo sabéis todo], puedo darme cuenta de que, a pesar de todo, no ha sido tan malo.
Entre canciones y canastas me ha dado tiempo a disfrutar de ciertas personas que ya forman parte de mi día a día. Un garbancito, una caracola, una chica Gallagher y una chica muy muy "fea" [a la que quiero un montón] son algunas de ellas.
Otra cosa buena que ha traído este año ha sido la "culpa" que tuvo cierta persona en convencerme a empezar a escribir más a menudo. Y, como sé que lo va a leer, quiero que sepa que, por su culpa, he aprendido a ver las cosas de otra manera y, en cierto modo, a expresarlas de forma escrita.
Pese a todo, el 2008 no solo ha traído cosas buenas, pero por suerte, no es nada que en el 2009 no pueda arreglarse.
Así que mi lista de peticiones para este 2009 será:
· Seguir rompiendo mi armadura al mundo exterior. · Dejar volar mi imaginación más a menudo. · Atreverme a dejar mi timidez a un lado. · Borrar ese lastre que me impide mostrarme tal y como soy. · Que mi familia siga igual de bien.
Sé que no es una lista sencilla, pero prometo poner de mi parte para ir tachando las metas cumplidas.
Con cariño [y con la ilusión de un niño]. Alberto García.