Juego a las cartas mi felicidad,
apostándolo a todo o nada.
Me juego una vida llena de vacíos, de personas que no existen, de ilusiones rotas y sueños por cumplir.
Juego a perder, aunque nadie lo sepa.
Anhelo la época en la que solo tenía que aceptar mi vida, y la felicidad llegaba sola.
El tiempo me ha demostrado que no sé elegir y, como venganza, perdí en mi juego y volví a ganar; llevándome como premio una burla del destino que, en vez de guiñarme un ojo, me mostraba otro camino.
Una bandera de barras y estrellas coloreaba el horizonte...
apostándolo a todo o nada.
Me juego una vida llena de vacíos, de personas que no existen, de ilusiones rotas y sueños por cumplir.
Juego a perder, aunque nadie lo sepa.
Anhelo la época en la que solo tenía que aceptar mi vida, y la felicidad llegaba sola.
El tiempo me ha demostrado que no sé elegir y, como venganza, perdí en mi juego y volví a ganar; llevándome como premio una burla del destino que, en vez de guiñarme un ojo, me mostraba otro camino.
Una bandera de barras y estrellas coloreaba el horizonte...
2 comentarios:
Esta comparación del sentido de nuestra vida y el juego es muy acertada.
Me ha gustado mucho, me he visto reflejada en tus palabras.
Un fuerte abrazo.
Simplemente, me encanta.
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