11 diciembre 2009

Ingravidez




Búscame donde aniden golondrinas,
donde el Señor no juzgue malos o buenos,
y cuando tu beso no sea de despedida,
búscame con cuidao en una iglesia de tu pueblo.


A clavel huele tu mirada, a cementerio,
¡cómo pasa el tiempo, y para nada!
Que en este día me ahoga mi lamento
y este puto viento que me ha dejao este vacío...


Por el Cielo va caminando, en lo alto de una nube,
mi poesía con tu vestido de silencio;
y tu amor, repartido, que todo el mar no cubre,
sobre un barco de papel izó mi lienzo.


Te has propuesto fastidiarme
cuando más a gusto estaba,
en tu recuerdo he de esperarme
a la oportunidad que en esta vida me faltaba.


Y para no ser un absurdo,
viviré a mi manera
la vida, como un loco, en este mundo
hasta que me la arranque esta pena.

3 comentarios:

a gritos dijo...

Sr. Caledor:
infinitas gracias por pasarse.

Cuando tenga algo de tiempo, me pondré al día con vuestros escritos, que desde que encontré me han encantado. Y tienes toda la razón: he abandonado no solo el blog, sino que últimamente ni siquiera escribo. Supongo que cuando parece que uno es feliz escribe menos, tal vez para no estropearlo.

Me pasaré de nuevo en cuanto pueda.

Un beso

a gritos dijo...

Uy, ¿Sabeis? No he podido evitar empezar a ponerme al día ahora en lugar de hacerlo cuando tuviese tiempo, como he prometido. ¡Pero solamente llevaba dos textos retrasados!

Yeli dijo...

Y como un olvido que se impone
sin mas “ton ni son” devuelve esa pena al pretérito perfecto donde debe yacer enterrada por el manto de tu noche y en la tumba de los huesos secos... abandonada en la oscuridad del olvido!!!
Un abrazo
Yeli