26 febrero 2009

El caso de la mariposa. Capítulo 3.

Capítulo 3. Secretos de sangre.

19:00 horas.

–Veamos, es usted el padre de Carlos, ¿verdad?
–Erm… sí, esto… Bueno, es una historia difícil de explicar. Mi mujer y yo llevamos casados 24 años, pero una vez tuvimos un problema y… No quiero hablar de esto ahora, es un asunto muy delicado, y no me encuentro bien para hablar de ello.
–¿Quiere decirme que no sabe si es usted su padre?
–…
–¿La relación entre usted y el niño ha sido de padre e hijo siempre?
–Sí.
–Tengo entendido que usted llegó a casa y encontró el cadáver de su hijo en el salón.¿Acababa de llegar?
–Sí.
–¿De dónde venía?
–De trabajar.
–Permítame, Señor Mendoza, usted es profesor, ¿no?, acaba las clases a las 14 horas. ¿Quiere decirme que tardo en llegar a casa 2 horas? Si bien, no estoy mal informado, el colegio está a dos manzanas de aquí. ¿Qué me dice del olor a alcohol y tabaco que desprende su ropa?
–Está bien, ¡vengo de tomarme una copa con unos amigos! Siempre lo hago después de trabajar, ¡no hay quien aguante a esos niños! –Diego había perdido los nervios–.
–De acuerdo, no voy a hacerle más preguntas, por ahora. ¿Le importa si paso a la habitación de Carlos para echar un vistazo?
–Pase –dijo Diego con tono airado–.

El Subinspector, sin decir nada más, entró en el cuarto del muchacho y echó una ojeada. Encontró en la mesa su móvil, un libro, un cúter, un mechero y papel de liar.
Buscando un poco más a fondo, encontró detrás de la mesa una navaja con restos de sangre seca. “¿Pero qué es esto?”. Entre el papel de la impresora del ordenador había unas llaves. “Parecen de una moto”. Y dentro del subwoofer de los altavoces había ‘chocolate’ envuelto en papel transparente, estaba abierto y bastante a la vista, como de haberse usado hacía poco tiempo.
Pulido recogió todas las pruebas necesarias para continuar con la investigación. Lo que más le inquietaba era la muestra de sangre seca en la navaja que escondía aquel chico. ¿De quién era la sangre? ¿Era el arma del delito? ¿Estaba Carlos implicado en algún tipo de asesinato o agresión?

Un día después. 10 a.m.

(“Ring ring”, teléfono)

–¿Sí?
–¿Subinspector Pulido? Le llamo desde el Laboratorio de Investigación de la Policía científica. Hemos estado analizando lo que trajo.
–Voy de camino a la casa de la víctima. ¿Qué tienes?
–Efectivamente, como era de esperar, lo que encontró era un derivado del THC, contiene restos de óxido, por lo que estamos seguros de que ha sido quemado recientemente. Es la misma sustancia que encontramos en la sangre de la víctima.
–Hablando de sangre, ¿qué tienes acerca de la sangre de la navaja?
–Ahí es donde quería llegar. Es algo muy curioso, la sangre no pertenece a la víctima.
–Entonces no tenemos ninguna coincidencia, ni nada con qué compararlo. ¿Qué me iba a decir?
–Veamos, la sangre tiene algo de especial. Hemos encontrado coincidencias genéticas con la sangre de la víctima.
–¿Algún familiar?
–Para ser más exactos, un hermano.
–Pero eso es imposible, su hermano acaba de volver de Salamanca.
–Se me ocurren varias hipótesis para este caso, pero yo sólo trabajo con pruebas de ADN, consígueme muestras de sangre de sus progenitores y de su hermano.
–Esta tarde tendré la Orden encima de mi escritorio, y tú las muestras de sangre en el laboratorio.


.

22 febrero 2009

Decepciones personales


Es duro darte cuenta de que la imagen que te ofrecen de ti y el trato que te dan son muy diferentes.

Más duro se hace cuando esto ocurre entre las personas de tu alrededor, de tu día a día.

Te despiertas cada mañana creyendo que tienes un grupo sólido de gente a la que consideras amigos, y al llegar la noche descubres que ese círculo de amigos existe...pero tú no estás en él.

Cuando ciertas cosas pasan y no es la primera vez...uno debe empezar a plantearse el cambiar de grupo, de sitio o incluso de ciudad.


En el horizonte se divisan algunas opciones de cambio, espero que mi decisión final sea la acertada.

13 febrero 2009

El caso de la mariposa. Capítulo 2

Capítulo 2. La sangre de la víctima.


Su nombre es Carlos. Tiene 15 años. Vive con sus padres aquí prácticamente desde que nació él. Su hermano trabaja en Salamanca, donde vive actualmente.


–Estoy tomando notas para el informe, Inspector.

–Bien hecho, Subinspector. Quiero todos los datos que puedas reunir acerca de su entorno, encárgate de su familia, yo hablaré con los vecinos uno por uno, alguien ha debido escuchar algo o saber algo. Asegúrese de analizar bien todo, cualquier cosa que resulte sospechosa, o pueda sernos de utilidad, por minúscula que sea, para resolver el caso. El forense ha dicho que el chico fue degollado y que murió casi al instante. No presenta signos de violencia así que tengo motivos para pensar que quien lo mató era algún conocido, incluso amigo de la víctima. Ah, quiero que mire bien en el cuarto del chico y recoja todo lo que encuentres para analizarlo.


–¿A qué se refiere, Inspector?

–El forense dice que en la sangre del chico había cannabis y algún otro derivado del THC.

–Entiendo.Con el debido respeto Señor, este no es el primer caso que tenemos relacionados con las drogas, y siempre hemos hecho lo mismo, a narcóticos.

–Este es nuestro caso Subinspector Pulido, que el chico consumiera drogas no demuestra de forma convincente, al menos por ahora, que eso esté relacionado con su asesinato.

–… Lo siento, empezaré de inmediato interrogando a su madre y después a su padre.

–Tenga usted tacto, la familia está muy conmocionada, he oído que su hermano viene camino de Salamanca, pero la última vez que estuvo aquí fue hace algo más de un mes, no sé si te podrá ser útil. Mucha suerte, Subinspector.


La madre del niño lloraba en casa de Francis, el mejor amigo de Carlos, cuyos padres eran buenos amigos de los de la víctima. Al salir el Inspector Prado, la madre salió despedida hacia él, llorando.


–¿Sabe ya quién ha sido, Prado? – Suplicando poder escuchar algo que le explicara por qué su pequeño había sido fríamente degollado, y por quién.

–Aún nada, Carmen, no se preocupe, aún queda mucho trabajo, colabore con el Subinspector Plaza, estoy al mando de la investigación y él es mi mejor hombre, puedo confiar en él y usted también.

–Gracias Inspector.


El Subinspector estaba muy extrañado, esperó a que la madre del niño se metiera otra vez en casa de la vecina para preguntar


–Inspector, ¿guardaba en el pasado o guarda actualmente algún tipo de relación con la familia de la víctima, o con la propia víctima?

–Subinspector, no voy a pasar este caso a narcóticos.

–No debería…

–Subinspector, la respuesta es No, no conozco a la familia y no se trata de un asunto personal, no meta las narices donde no le llaman y limítese a investigar el crimen, y no a mi.

–Claro Inspector.


.

El caso de la mariposa

.



El caso de la mariposa

Caledor




Capítulo 1. Aparece el cadáver.

La señora Martinez soñaba.

En el portal había un fuerte olor a comida con muchas especies que llegaba desde la planta baja hasta el segundo piso de la señora Martínez. La comida venía de la casa de los colombianos, una familia muy huraña que constaba de dos adultos y sus dos hijos, los cuales no salían nunca a la calle para jugar con los demás niños, y eso que llevaban ya dos años viviendo allí.

(…)

Son las cuatro de la tarde, se oyen gritos del tercer piso. “¿Quién será?¿Qué ha pasado?”, se pregunta Martínez, que llevaba apenas cinco minutos durmiendo su siesta, y subió veloz en pijama un piso hasta el tercero. Rápidamente salen muchos vecinos para ver qué ha ocurrido. Es Diego. Acaba de llegar a casa y se ha encontrado el cadáver de su hijo en el salón, la sangre llega hasta la cocina. Cae al suelo temblando y entre todos los vecinos lo ayudan a mantenerse, otros llaman a la Policía, otros a la ambulancia.

En diez minutos, aparecieron juntas una ambulancia y dos coches de policía. En la planta había doce personas: la pareja de enfrente de la víctima, el mejor amigo de la víctima y sus padres –que viven puerta con puerta –, un muchacho de la planta baja que estaba subiendo en ascensor para darle clases particulares de matemáticas a la víctima, la señora Martínez y su hijo que acababa de llegar a su casa del trabajo, una pareja de vecinos que estaba en la escalera de entre el primero y el segundo, y dos vecinos más –también del tercero –.

La ambulancia ha llegado demasiado tarde, el niño ya estaba muerto cuando su padre llegó a casa. La policía empieza a investigar. El inspector Prado comienza a tomar notas en el salón, donde al parecer ha muerto el joven.



08 febrero 2009

Perdiendo mi rumbo


Estoy perdiendo mi esencia.

Aquella sonrisa eterna me abandona por momentos y no logro adivinar qué es lo que hago mal.

A veces las palabras se quedan vacías, y sé que necesito algo más.

Las cosas son sencillas, pero me empeño en seguir viéndolas a mi manera, y noto que no avanzo hacia ningún sitio, que me pierdo y no sé salir.

Daría tanto por borrarme del mundo por un solo día...

Todo está pasando tan rápido que no me doy cuenta de que lo único que estoy perdiendo cada segundo son mis propios sueños.


Necesito urgentemente algo que me haga volver a volar...