07 septiembre 2008

Tranquila y contenta (PARTE 2)



“¿Dónde está ahora mi chulito?”

Sonreí, temblando de la excitación. Mantuve mi mirada en sus labios, ansiaba morderlos. Vi en sus ojos brillar el deseo de querer hacer de aquella una noche inolvidable. Lentamente, acercó su boca y me lamió la comisura de los labios. Gemí del placer, cerré los ojos. Mi cara giró para buscarla. Sus manos me desnudaban con una parsimonia impoluta, era imposible resistirse. Mis dedos jugaban con los botones de su camisa, uno a uno los fui desabrochando. Mi lengua recorría de arriba a bajo su cuello al ritmo que imponían sus gemidos y su respiración hasta que, la muy juguetona, fue a parar a su oreja… le chupé y mordí su oreja de forma que…



(…)



Después de la tormenta, vino la calma. Los dos desnudos sobre las sábanas. Ella se agarró a mi pecho y comenzó a besarme, a acariciarme con su diminuta nariz, preciosa. La luna asomaba por la ventana y contemplaba aquella escena romántica. Sus dedos bailaban por mi cuello con una dulzura que no podrían reducir ni cuatro chutes de insulina. Yo estaba exhausto y no sabía muy bien qué hacer. Pero entendí lo que estaba pasando. “No estoy preparado para esto”, pensé. “Otra vez no”. La besé en la cara con un cariño forzado, me deshice de ella como pude y fui al cuarto de baño. Cuando volví, ella estaba esperando poder abrazarme, susurrarme un par de cosas que yo no estaba preparado para volver a escuchar.


― Es tarde, creo que lo mejor es que me vaya a casa, mi familia se estará preguntando dónde estoy.

― No te vayas, quédate por favor. Lo necesito…

― Me gustaría, pero hoy no puede ser.

― Vale. (…) Dame un toque cuando llegues a casa.


Cogió mi móvil y tecleó su número para que lo guardara. Eso era lo último que necesitaba oír. Su preocupación por mi era algo que me alegraba tanto como me enfadaba. No quería encasillarme otra vez, volver a la rutina de los besos congelados, del sms diario, de la llamada de buenas noches antes de dormir, del “acuérdate de mi”, del “te quiero”, de la duda.


― No sé si me acordaré…

Mentí, no pensaba llamarla.


― ¿Cómo? Mira, después de todo esto… Yo… No lo puedo creer ¡Yo he visto cómo conduces! Sé que tienes prisa por llegar a casa y no me parece normal que… uff. ¡Diablos! Sólo te estoy pidiendo que me des un toque cuando llegues a casa. ¿tan difícil es? ¡Qué poco te costaría esta noche dejar que me durmiera tranquila y contenta!


Suspiró enfadada. Me vestí, recogí mis cosas. Agaché la cabeza y salí de aquel edificio sin decir nada. Mi cabeza iba a explotar. Ni siquiera comprobé si estaba asomada a la ventana observando cómo me metía en el coche.


Ella tenía razón, yo tenía prisa por llegar a casa y por el camino iba más alocado que de costumbre, además estaba distraído pensando en sus últimas palabras, que se repetían una y otra vez en mi cabeza… “tranquila y contenta”. Tenía su número apuntado en la lista de las diez últimas llamadas, donde ella misma lo había tecleado. Me salté cuatro semáforos y dos stops. Daba igual, puesto que no había nadie en la calle. Y fue en un cruce, donde un ceda el paso amparaba que yo tenía prioridad, un idiota (tan idiota como yo) se lo saltó, arrollándome.


Los coches, destrozados. El mío estaba bocabajo, había cristales rotos a mi alrededor y sobre el asfalto. La puerta abierta. No podía ver con un ojo. Me escapé como pude del cinturón de seguridad. Pude ver mucha sangre en el suelo. Estaba apunto de desmayarme cuando de mi bolsillo oí cómo cayó el móvil, lo cual me hizo recordar a esa morena que había dejado en casa nerviosa y enfadada. Cogí el aparatito y busqué su número como pude. No podía moverme. Sentí un pinchazo horrible en la espalda, pero podía mover las manos. Le di un toque y me desplomé. Pero antes de quedar inconsciente, mi móvil comenzó a vibrar. Debió ser aquella muchacha… que esa noche dormiría “tranquila y contenta”.


.


7 comentarios:

Anónimo dijo...

jeje Antonio, no hay una tercera parte, no nos puedes dejar asi...

Antonio dijo...

Jajaja! no sé si habrá tercera parte, depende. Pero cuidado porque sí que te puedo dejar así... ya me conoces ;)


besos

Anónimo dijo...

genial!! xo me hubiera gustado ke se calentara más la cosa... sé ke puedes hacerlo no sé por ké te has cortado.
Me gusta la literatura erótica de vez en cuando también, me hace ver ke somos humanos y débiles frente a la tentación jajaj
Es sólo una idea, no creo ke nela, o ninia_morenica, ni nadie se espante, esto es un blog adulto, no???
Pues yo kiero una entrada ke acabe con un polvo y no con un suceso dramático, ya lo sabes, Antonio??(creo haber entendido ke te llamas Antonio), kiero llorar y vibrar

Besos para ambos,

Caro

Anónimo dijo...

no sperarias q t cnt pero aki va: tremendo tioo!! tremendoo!! hasta me lo creioo.. sigue asiinn pepe_er_canio

Antonio dijo...

Ostia! pepe_er_canio jaja qué tal?
aunque no lo creas, me hacía ilusión que volvieras a pasarte por aquí para leer cómo acababa la historia :P jaja
te lo has creido de verdad? eres un romántico! 8-) :P

Y lo siguiente... ay madre! Caro, Caro, Caro!! Sí, me llamo Antonio. Te reconozco que yo también siento debilidad por la literatura erótica(A.García lo sabe), pero te recuerdo que este blog tiene dos autores y que es cierto que para algunas personas puede resultar desagradable hablar de sexo, aunque sean adultos.
De todas formas, intentaré complacerte (a ti y a mi) escribiendo de vez en cuando cosas muy suaves. Se hará lo que se pueda!

saludossss!!!!

Anónimo dijo...

jeje todavia teniendo la esperanza que hagas la tercera parte, x esta vez los lectores tienen la razon, hay que complacerlos, jeje LOL.

Escribes bien, siempre lo supe.

Besos

Anónimo dijo...

qué bonito.. :)
sii, sii.. una tercera parte no estaria nada mal..!

un besoo
seguid asi ^^


angela.
(fotolog.com/ang279)